Cuando la justicia encarcela sin pruebas: la historia de Fernando Miras

Privado de su libertad durante dos años, sin pruebas en su contra y con una causa armada, Fernando Miras fue víctima de una maquinaria judicial que lo condenó antes de escucharlo. Hoy está libre, pero su vida quedó marcada por la injusticia.

Cuando hablamos de privación ilegal de la libertad personal, solemos imaginar un secuestro o un abuso policial. Pero, ¿qué pasa cuando esa privación de la libertad la ejecuta la propia justicia? ¿Qué ocurre cuando es la mala administración judicial la que cancela la vida de una persona inocente?

Esa es la historia de Fernando Miras, un trabajador penitenciario que fue acusado falsamente de ingresar droga a un penal.
Pero Fernando no debía pagar nada, porque no fue quien decían que fue.
Aun así, fue arrestado sin haber sido indagado por un fiscal, sin pruebas y con una causa sostenida solo en supuestos.

“Me detuvieron sin avisarle a mi familia, sin dejarme comunicarme con nadie. Estuve más de una semana desaparecido”, recuerda Fernando.

Su caso tiene un punto clave que la justicia ignoró deliberadamente: un agente penitenciario de vacaciones no puede ingresar al penal bajo ningún motivo. Sin embargo, la acusación sostenía que él lo había hecho para ingresar droga.
Había cámaras, testigos y registros que lo demostraban, pero nada de eso fue tenido en cuenta.
Fernando marchó preso.

Dos años en prisión.
Expulsado de la fuerza antes de que se conociera el resultado del proceso.
Una fiscal que nunca dio la cara.
Un juez que se apartó.
Y finalmente, una jueza que ordenó su libertad al comprobar lo que siempre fue evidente: no existía absolutamente nada en su contra.

“Era una causa armada y plantada para dañar”, resume su defensa.

Sin embargo, quienes lo acusaron falsamente siguen impunes. Nadie paga por haberlo privado injustamente de su libertad.
Y es ahí donde surge la pregunta que duele: ¿quién sanciona al que priva injustamente a otro de su libertad?

Cuando hablamos por primera vez con Fernando, le preguntamos por qué quería hacer pública su historia.
Él, con lágrimas en los ojos, respondió:

“No quiero que le pase lo mismo a otras personas.”

¿Cómo se devuelve la vida, el trabajo, la familia, los días que no vuelven?
No hay sentencia que repare eso.

Por eso, elegimos contar su historia.
Porque, una vez más, creemos que todos tienen algo importante que decir, y ser fieles a esa premisa significa dar voz a quienes luchan por la verdad.

Te dejamos el video para tu analizar, compartir y difundir para que a nadie le pase nunca más