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Ya pasó la época de apologías - Diario la Verdad

COLUMNISTAS | 15 JUN 2025

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Ya pasó la época de apologías

Un Critón para Cristina



“En fin, Sócrates, obedécenos a nosotras, que te hemos criado, y ni a tus hijos ni a tu vida ni a ninguna otra cosa estimes en más que a la justicia, para que, al llegar al Hades, puedas alegar en tu defensa esto ante los que allí gobiernan. Pues aquí, es evidente que obrar de tal modo ni para ti ni para ninguno de los tuyos es mejor, ni más justo ni más piadoso, ni tampoco será mejor cuando llegues allí. Si te marchas ahora, te vas habiendo sido condenado injustamente no por nosotras, las leyes, sino por los hombres. En cambio, si huyes de forma tan vergonzosa, devolviendo injuria por injuria, mal por mal, habiendo quebrantado tus acuerdos y tus pactos con nosotras, y habiendo hecho daño a los que menos conviene, a ti mismo, a tus amigos, a la patria y a nosotras, entonces nosotras, mientras vivas, estaremos irritadas contigo, y allí, en el Hades, nuestras hermanas las leyes no te recibirán bien, sabiendo que intentaste destruirnos en la medida de tus fuerzas.”

Platón. El Critón

Esta triste semana, los hombres que la Patria puso en el máximo tribunal de justicia usaron las leyes para escribir un fallo injusto. No es la justicia ni las leyes las que están mal, como bien nos aclara Sócrates, en este pequeño diálogo llamado El Critón, cuando sus amigos le pedían que se exiliara, que se salvara de la muerte.  No, las leyes están bien, la justicia que pueden proveer está bien, es la que hemos elegido para vivir, para estudiar, para casarnos, para tener a nuestros hijos, para construir nuestra casa, en esta comunidad, en esta Patria, con esta organización política que le hemos dado a nuestra Nación, o sea, con este Estado, lector, lectora.

A Cristina se la ha condenado e inhabilitado por el delito de omisión a la correcta administración de ciertos actos de gobierno que la Constitución Nacional le depara al Jefe de Gabinetes de Ministros en ejercicio, que en este caso no fue juzgado y que era nada menos que Alberto Fernández, violando toda cadena de mando y reinstaurando algo parecido a la Obediencia Debida, ¡Y me pregunto lector, lectora, puede una presidenta saber lo que sucede en cada centímetro de los 3.669.711 km² que ocupan nuestro país! ¿Es ésta la función de una presidenta? Pongamos como ejemplo la obra de la ruta 188, que ejecutó el anterior intendente nicoleño, y que transformó una ruta nacional en una avenida de barrio, por la que no pueden circular misteriosamente más camiones hacia el principal puerto de la región, si por esas cosas de la vida alguien denunciara que el pavimento de ese tramo tiene un centímetro de menos, ¿podrían acusar al presidente de ese período de omitir sus deberes de administrar eficientemente los recursos públicos, y encima sobreseer a quienes están por debajo de él en la cadena de mando? Porque eso es lo que dice el fallo de 1661 páginas que acusa a Cristina y que la Corte como mero Poncio Pilato decide no rever.

Deben saber queridos lectores, que los jueces cuando fallan crean jurisprudencia, y en esa aplicación concreta de las leyes van formando una biblioteca que tiene, como todo en este mundo, una grieta inmensa que separa dos lados que servirán para nutrir a abogados, fiscales y jueces, cada vez que vayamos a buscar justicia. Permítanos entonces al menos, debatirnos, como humanos que somos, como el buen Critón, descreyendo de la moralidad de los hombres que imparten las leyes, si debemos o no cumplir sus designios.

Preguntas viejas, que nos venimos haciendo desde hace miles de años, cuando ciega la congoja, y no sabemos qué hacer. Por eso traigo a Sócrates a esta columna local, ustedes me dirán, ¡qué atrevida comparar a Cristina con tan gran filósofo!, discúlpenme no es grandilocuencia, es que el mundo está colapsando, en estos momentos no sabemos dónde está parado geopolíticamente nuestro país, hay una guerra cuasi nuclear en medio oriente, persecución y protestas en Norteamérica,  y nosotros acá tratando de sobrellevar una elección popular, pensando por pura convicción en que debemos someternos a la ley de la Patria que adoptamos como nuestra, en la que confiamos, a la que queremos. ¡Pero si está el Planeta Tierra cacheteándonos la conciencia, haciéndonos razonar que los errores de los hombres no pueden hacernos torcer el brazo, los errores de los hombres no pueden hacernos descreer en la ley, en la justicia, en las instituciones, en la verdad, en el bien, en la humanidad que llevamos dentro, en la Patria. Menos en una patria que decimos querer gobernar. Eso está haciendo Cristina, y eso la pone moralmente por encima de muchos que se creen buenos y nobles y sobre todo sabios.

De nada nos servirá renegar del destino que siempre elegimos de este lado, porque al final somos nosotros los que ponemos los fusilados, los torturados, los presos, los desaparecidos, los exiliados y  de nada servirá pensar que si Axel no hubiese desdoblado, y si no hubiese presionado a replantearnos estratégicamente la candidatura que tanto molestó, este acto inmoral de la Corte Suprema  jamás se  hubiese pergeñado, no en esta década. Las cosas fueron como son, las personas no pueden hacer más que lo que saben o intuyen o pretenden, y ahora el gobernador quizás decida unificar las elecciones para salvar una provincia que ya tenemos perdida, como están perdidas todas las provincias con este gobierno nacional unitario.  Pero nosotros nunca devolvemos mal por mal, y cuando hemos sido gobierno lo hemos sido para hacer el bien, para darnos mejores leyes, y para cumplir con la Constitución. Lo peor que podemos hacer es ir en contra de esta institucionalidad que tanto sostenemos. Ya la historia se encargará de poner a los hombres injustos, con su insomnio impío, en el olvido. Para nosotros CFK es inocente y la acompañaremos en esta condena con la frente en alto.

De eso va lo del “amor vence al odio”, no en poner la otra mejilla, o aguantar cualquier humillación injusta, sino amar a la Patria y respetar sus leyes. Ese buen amor es lo que vencerá el odio, nos guiará en nuestro designio, poniéndonos en el lugar que nos toque, mirándonos con ojos sinceros. Porque la historia de los que juzgaron a Sócrates no la conoce nadie, ¿no se da cuenta lectora, lector? Releo la Apología y no puedo evitar ver escrito, en vez de Melito, Mileito. ¡La maravilla del arte de las letras: todo se reescribe con cada lectura situada! Además, siguiendo el razonamiento del dialogo, me reservo la duda sobre las impresiones que habrán despertado las palabras de los acusadores.

Como Criton, aceptemos que el razonamiento propuesto es coherente, que Cristina acatará las leyes de la misma Argentina que bien supo  gobernar, aunque esas leyes hayan sido mal usadas, por hombres que,  elegidos para darnos sosiego,  devuelven injuria por injuria, mal por mal,   quebrantando los acuerdos y los pactos constitucionales, haciendo daño a los que menos conviene, a nosotros, a nuestros amigos y familia, a la Patria, a ellos mismos.