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Peligrosas palabras sueltas - Diario la Verdad

COLUMNISTAS | 24 NOV 2024

MILEI, SUS DEBILIDADES Y SUS COBARDíAS

Peligrosas palabras sueltas

“Y cuando subieron al puente colgante el padre le señaló el vitral del hombre con alas acompañado por pájaros y sonrió. Le dijo: «Todos dicen que cayó porque voló demasiado cerca del sol, pero voló, entendés, hijo? Pudo volar. No importa caer, si fuiste un pájaro al menos por unos segundos» ” Fragmento de “Cadáver Exquisito “de Agustina Bazterrica



El presidente mostro su debilidad y cobardía, tuvo su San Martin en el G20, no lo dejaron ni hablar, y Petro un caballero, que no salió a mostrar los trapitos al sol, y la cancillería cobarde que tenemos que encubrió el brote psicótico.

Y no voy a ser como cancillería, porque no estudie diplomacia, tampoco voy a encubrir lo que se dice en las reuniones de comisión del HCD de San Nicolas, a veces me las cayo porque demasiado se ve en la sesión de los jueves quien es cada uno y una como para que ventile más aberraciones. Pero si buscan en las noticias, en los chismes, en los comentarios, en otros medios, siempre hay otros que cuentan, y son verdades.

El presidente se pelea con su vice, y sale Lemoine a decir que Cristina fue mejor vicepresidenta porque no traicionó. ¡Epa, cuanta mezcla!, me quedo atónita mirando y escuchando lo que velozmente sucede semana tras semana, parece que no solo el universo está en constante aceleración. Y entonces El presidente se pelea abiertamente con su vice, que es un peligro, y yo ya lo escuché en una reunión, y ahora ato cabos, y entonces me siento Rodolfo Walsh escribiendo esta columna ínfima, con todas las distancias que me separan, distancias intelectuales y temporales, con Rodolfo, todo el abismo que me separa con su genio literario, el primer escritor de novelas de no ficción, y a mí me gustaría estar escribiendo ficción en vez de esta columna que me rasguña en cada palabra suelta.

Y me acuerdo de Rodolfo y me da orgullo, y me da miedo, y trato de buscar fragmentos como su esposa y ese testigo en la ESMA que lo vio muerto, y recordar el cuento perdido, desaparecido como el, para siempre, “Juan se iba por el rio”. Y pienso si me estoy yendo por el rio, si ya estoy en el rio, y tengo miedo. Pero me acuerdo que Lilia también, y le pregunta a Rodolfo, “¿Llega a la otra orilla Juan?” y él le contesta, “No importa si llega o no llega, lo que importa es que se animó a cruzar”. Y me acuerdo del fragmento del libro de Bazterrica que use de cita de copete, y qué es la vida, sino eso, animarse a cruzar el rio, o a volar sin saber si vamos a llegar a donde vamos. Lo que importa es lo que hacemos, lo que escribimos, lo que decimos, porque después no hay nada, o por lo menos para mi cosmovisión, que esta tan compenetrada en que realmente después no hay nada, y eso me hace vivir cada segundo y cada día el presente agradecidamente, y como dijo alguien, los que se joden en serio son los que ya no juegan más en este juego, por eso quiero jugar lo más que pueda, quiero respirar mucho tiempo.

Entonces me acuerdo que escribo estas columnas en este momento y se me corta la respiración, porque es verdad lo de Petro, es verdad que cancillería no lo muestra, es verdad que se peleó con su vice, es verdad que algo arman para el 24 de marzo del año que viene, es verdad que la mitad del país ya no aguanta más, aunque los noticieros digan otras cosas y las autopistas estén cargadas de camiones, y la gente esté pensando en qué comer en navidad, o a dónde irse de vacaciones. Peor que en el 76, la mitad del país siguió como si nada, levantó una muralla entre las villas miserias y la gran ciudad, se puso un cartelito en el auto mostrando lo que realmente eran y no les importó, como en la Alemania Nazi, lo que pasaba detrás del fuera de campo en que se convirtieron sus vidas.

Vuelvo con lo de “fuera de campo”, porque da para usarlo, porque cuando salís a la calle en esta pequeña ciudad y ves la costanera y la gente haciendo su caminata matinal y tomando el sol que sale para los 48.000.000 sin excepción se nota lo que muestra a gritos sin sonido lo que pasa por detrás, muestra en ese jogging nuevo a los que no llegan a fin de mes, que no pueden comprarse los remedios y se van dormir sin cenar. Ese Fuera de campo está ahí, más claro en los bares del centro nocturno, en los autos de alta gama que circulan por las calles nuevas, está ahí con su cobertor de grasa que todo le resbala. Si te metes en el San Nicolas profundo las cosas son distintas, te das cuenta que cada familia trata de salvarse como pueda. Ves a ese señor que en la vereda te vio entrando en un negocio a comprarte una chuchería y te dijo con ojos vidriosos, “si te gastas toda la plata no te va a alcanzar ni para los menudos a fin de año” y eses señor ni sabe que lo estoy escribiendo, ni sabe que, si lo vi, ni sabe que lo escuche como escucho los ángeles que me manda lo que sea que hay allá arriba testimoniando lo que hacemos. Que se yo, ojalá le hubiera preguntado su nombre. Me llevé los ojos y las palabras de ese señor, toda la semana, junto con el japamala rosa que me compre, sin problemas me lo compre, porque me gusto, y después me sentí culpable. Un dolor me vino de muy hondo, pensé en 108 menudos de pollo en vez de esas hermosas cuentas de colores coral que me deslumbraron como aborigen en la conquista de América. 108 menudos de pollo ensartados en un hilo para navidad.

Y vino Axel a San pedro, y Cristina a Rosario y me quede sin ver a ninguno porque lo urgente apremia, y en estos tiempos oscuros hablar de pedofilia es urgente, y los más de 70 allanamientos que se hicieron, acá cerquita, en esta provincia y en esta ciudad también y los 77 niños rescatados que ni salieron en las noticias. Me pregunto por qué le dieron tan poca importancia en este estado narco capitalista y pedófilo, y estoy poniendo leña al fuego y pienso que va a revelarse la Villaroel y va a ser peor y ¡me asusto lectores! Me asusto porque lo veo tan claro, tan nítido. Ahí, en el rio en que me meto todo está clarísimo, y sé que hay que atravesar este rio para llegar a la orilla, para no quedarnos en la oscuridad nuevamente, pero de chiquita me asusta meter la cabeza abajo del agua porque casi me ahogué una vez, y entonces me meto con miedo.

Para no ser un cuento perdido de Walsh, porque no me da, soy el doble de cobarde, me comparo por compadrita, y porque ese cuento me impresionó, lo leí fuera de época años atrás y no lo entendí como hoy. Ahora que lo entiendo, ahora que me parece que soy yo la que estoy cruzando ese rio seco me asusta dejar estas columnas como testimonio con la Villaroel ahí afuera. Preferiría escribir Haikus que descubrí la semana pasada también, entre tanta locura descubrí esas diecisiete silabas de la felicidad, y me pasó como me pasa con las cosas que descubro, que ignorante soy tanto, que me falta un millón de años para leer y saber lo importante, que no voy a llegar y me voy a joder como se joden los que se van y cierran los ojos. Y entonces me conformo con que me alcancen las cosas a mí, me encuentren las cosas a mí, porque mi tiempo es ínfimo para buscar todo lo que necesito, me resigno, miro embelesada ese japamala coral, me deslumbro, como me deslumbran los ojos y las palabras del vecino que ni sabe que lo estoy escribiendo, y entro al negocio a comprármelo, porque el me encontró a mí, igual que ese vecino.

Esta semana me supera la velocidad con que crece todo en este país, el odio, las manos armadas de los libertarios y las cabezas huecas. Me supera que perdamos la memoria tan rápido, que ni nos acordamos lo que paso la semana pasada. ¡Que quisieron prohibir libros les recuerdo lectores! ¡Y que me importa si tenemos 2.7 de inflación si es mentira porque los libros están carísimos y no me puedo comprar ninguno, como otros y otras no pueden comprar comida! Que importa que venga una empresa multinacional a invertir, si después se lleva todo y nosotros seguimos perdiendo. Y ahora encontraron la excusa perfecta como dice Jorge Asís, “Usan la sombra de la doctora, para justificar que no desembarcan las inversiones” la usan como la usaron siempre, desde todos los lados, la desmiembran para llevarse cada uno un poquito como reliquia que les compre un espacio en el cielo que añoran. Pero me mantengo en mi cosmovisión, solo hay ahora para mí, y la quiero entera a Cristina, como la quiero entera a mi mama, para poder seguir mirándola y escuchándola. Y vuelvo al libro de Bazterrica y veo como se la están queriendo comer en sus mesas oligarcas.

Cierro esta columna política, para gritar la injusticia de que les prohíban a nuestros jóvenes encontrarse con libros que valen la pena y no les pase como a mí, que me los encontré tarde  ya de vieja después de tanta bibliografía de postgrado, y ahora no me alcanza la vida para leerlos a todos, que yo también crecí en dictadura y después aunque no lo recuerden ya ni ganas había de leer, en esos noventa que nos asfixiaron como ahora, mientras muchos compraban en el deme dos y se iban a Miami, otros, quedaron fuera del juego, fuera de la trenza como se decía en ese entonces. Como les prometí, les dejo una crítica literaria que escribí hace mucho, de una de las 4 autoras del apocalipsis de este gobierno, mientras me voy por el rio, este domingo cualquiera, esperando llegar a la otra orilla, mientras leo “Cadáver Exquisito” de la maravillosa Agustina y pienso, éste si es un libro para adultos, éste si me da miedo que llegue a manos de mi hijo, porque quiero evitarle el dolor del futuro que nos espera, como “Fahrenheit 451” o “1984”, evitar que esta distopia se concrete realmente, y ojala mi hijo demore mucho en verla, y ojala yo no viva para verla aunque ya sé que nos están comiendo desde hace rato como dice Bazterrica.

Crítica literaria a una autora indispensable para los jóvenes de Argentina.

Multiverso Venturini. Nebulosa de las familias deformes. Inframundo del cuento: “El marido de mi madrastra”

Por Maria Belen Mozzicafredo, octubre 2022

“No sé lo que puedo parecer al mundo, pero yo me veo como un niño jugando en la orilla del mar, que se divierte encontrando de cuando en cuando un guijarro más liso o una concha más bonita de lo normal, mientras el gran océano de la verdad se extiende inexplorado ante mí”

Isaac Newton 

  “La teoría de que el universo no es único y existe miles de universos, el multiverso, es el paradigma del siglo XXI. Mi impresión es que la idea de que puede haber muchos universos con muchas copias de ti es impactante. Y aunque hay que seguir yendo a trabajar todos los días, y haciendo todo lo que tienes que hacer, es una idea que sugiere una realidad... mayor... Es emocionante, en cierto modo pone en perspectiva lo que hacemos cada día en nuestra vida cotidiana.”

Brian Greene

Los lectores sabemos de mundos paralelos. Cada libro que leemos nos abre a esa posibilidad, George R.R. Martin escribió “Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”, por esa pasión por vivir otras vidas encontré un día a Aurora Venturini.

No había leído nada de ella, ninguna reseña, solo vi su foto y escuché que se había exiliado por peronista y fui tras sus textos. Me encontré con un multiverso de personajes sin poder dejar de leer una tras otras sus historias, tratando de ordenarlas en el tiempo-espacio conocido, que ella había abandonado físicamente en el 2015.

La foto de las contratapas era la de una mujer anciana, así supe que había nacido en el año 1922 en La plata, que fue psicóloga, y trabajó en la fundación Eva Perón, también que se exilió a Francia y tuvo como amigos y maestros a genios como Camus, Sartre y Beauvoir.

En toda su obra, nunca deje de notar que sus palabras transmitían una cierta ironía rabiosa, relatos sobre injusticias que pasaron en este universo y se trasladaban en las vidas paralelas que inventaba con sarcasmos que hacen doler la panza de tanto reírse, un tipo de dolor que a la vez te hará reflexionar, por un segundo, que en la mayoría de las familias es en verdad el espanto lo que los une.

Leer las horribles descripciones llenas de poesía de Las Primas y Las amigas y hallar más allá de toda deformidad la belleza de lo enfermo, de lo fallado, sorprende al punto de lo mágico. Es como un conejo suave y blanco que sale de una galera sucia y comida por las polillas.

Los multiversos de Aurora fueron escritos cuando aún parecía que el mundo se derrumbaba entre guerras, revoluciones y revueltas. Sus escritos están nadando en el caos de la vida. Dicen que ser peronista le cerro los caminos, reflexiono si no tuvo más que ver, en este país y en esa época, el hecho de ser mujer, y profesional, y que pasaron 85 años hasta que, casi convertida en enana blanca a punto de desaparecer, fue descubierta porque un telescopio en forma de premio del diario Página 12 apuntó a ella y maravilló por su lenguaje hermoso y llano, ridículo y fantástico.

Cuál descripción de Foucault, con el que la imagino tomando un café en Les Deux Magots frente a la Sorbona, Aurora Venturini redefine la enfermedad, la normalidad, lo aceptable y la exclusión. Sus personajes se auto excluyen y en ese ejercicio le da todo el poder al lector, que terminará amando a una Yuna Riglos, o a una Chela Stradolini, y pensando que los subnormales son ellos a los que les duele la tripa con las ocurrencias ácidas y las malformaciones familiares que proyecta Venturini.

Pero es en El marido de mi madrastra donde las historias abundan en mensajes, lo que se hereda no se roba. Y Aurora en mil galaxias que colisionan entre sí, arma su propio rompecabezas de personajes empoderados. Fue en este cuento en el que dimensioné que sus palabras no trasmitían la bronca enojosa que supuse en un principio. En este cuento por primera vez oí la voz de la denuncia. El libro se divide en dos partes bien marcadas, una de recuerdos familiares, otra de huellas que le dejó su trabajo social. Es allí donde me imagino una Aurora ejerciendo su profesión de Psicóloga, escuchando y observando día a día cosas imposibles de explicar, pero que su mágica pluma logra acabadamente describir. Se me comprime el pecho de imaginar esa pequeña mujer, malhumorada y sincera, trabajando en una fundación, sabiendo lo poco que podía cambiar las vidas de esos niños y niñas, imaginar la frustración del exilio, y más allá, imaginar sus manos vacías, su soledad infinita.

En este relato en particular, Aurora, hace explotar una estrella de neutrones, la transforma en un terrible agujero negro que arrastra cualquier luz y desde allí su filosa prosa detalla las peores atrocidades y maldades humanas. Es su cuento más horroroso sin duda, y el que describe con mayor detalle de qué iba su trabajo en la fundación. Genera una nausea tan profunda, tan potente que dejará pasmado y pensando al lector hasta el epílogo, fundamental leerlo luego, donde tendrá un segundo de paz para luego volver a caer en el abismo.

Su amistad con Evita Duarte la puso de testigo y parte de las cosas que cuenta. Sus personajes le han quedado grabados a fuego en el alma, la descripción de la orfandad eterna de quienes sufren el “Pogromo”. Juro que tuve que buscar en el diccionario el significado de la palabra.

El cuento se divide en varios subcuentos que van narrando la vida de una niña. Los soeces de sus “padres”, son imperdonables, por algo los llama su madrastra y el marido de ésta, y no mama y papa, y la pequeña Máxima, que ni siquiera posee un nombre propio, y se ve a sí misma como “un ser tremendo, doloroso y cruel” que despierta en el lector solo un deseo, verla con ese saquito rojo “para tus fríos mi niña”. La descripción en primera persona como “un ser ciego andando a tientas”, frase espectacular, tomada seguramente, en forma literal de algún cuaderno de notas de la fundación, es sumamente acertada para el concepto de culpa en el abuso. El cuento muestra como la niñez es incapaz de culpar a otros, siempre son artífices de las peores manchas de sus irresponsables tutores.  Como Newton que dice “Si vi más lejos, fue porque me subí a hombros de gigantes” Aurora tiene sus gigantes, pero no miden más de un metro de altura. Gigantes que le mostraron cuan roto se puede estar, sin que otros lo noten. En la misma antología el concepto se repite en Bobita en el país de las maravillas donde Irene, la niña intelectual del grupo, opina con Cocteau “todos nos caímos de nuestra infancia, y algunos nos rompimos”. No cabe duda que Aurora escribe sobre mundos colapsados, inviernos oscuros, suciedades impregnadas imposibles de limpiar, sobre una iniquidad de la que es imposible de escapar salvo lo más terrible. En casi todos sus cuentos es solo thanatos quien liberar a esas almas torturadas. Un final, debo decir, que tranquiliza, aun describiendo más violencia, el lector no dudará en ponerse del lado de los deformes y rotos personajes de Aurora.

La energía que mueve Aurora Venturini en esta antología de cuentos desnuda su lado social, su lado humanitario más oculto, su prosa de denuncia para que veamos la anormalidad en lo normal, y lo normal en lo deforme. En su última novela publicada, Los Rieles, manifiesta que los “hados” ya no la acompaña, me deja la pregunta de en qué momento sí la acompañaron, porque Aurora mezcla el español con el italiano, mostrando su impronta más dantesca,  su seudónimo de enana blanca era Beatriz Portinari y sus relatos vagan en alegorías de inframundo, de infierno, que mezcla con comedia, para hacerle honor a su gran maestro, y cuál Galileo Galilei, le pinta paisaje con flores a los pantanos más oscuros para no quedar en el exilio eterno, y saquitos rojos para los fríos más cortantes, que harán que el corazón del lector se detenga... ‘eppur si muove”.