-Perdón, ¿alguien más conoce a Gabriel Pasternak aquí? (los pasajeros van levantando la mano de a uno)
- ¿Por qué están en este avión? ¿Ustedes sacaron los pasajes?
Dialogo del personaje que protagoniza Darío Grandinetti, del primer corto de Relatos Salvajes de Damián Szifron.
Todos los días nos despertamos con un pedazo del estado destruido, desfinanciado, desaparecido o cerrado. Vemos en la azotea el francotirador, pero, aun así, nos quedamos inmóviles, algunos por miedo, otros shockeados, otros resignados, aunque la marcha universitaria del miércoles dos haya sido multitudinaria pareciera que no es suficiente. Esta semana cerraron el Museo Nacional de la historia del Traje, el Hospital de salud mental Laura Bonaparte, comenzaron la privatización de la importantísima IMPSA y obvio, VETARON la Ley de Financiamiento Educativo. Pero algo crearon, o abrieron o financiaron: su partido político, aun odiando la política, los que están en la azotea con el rifle, y como empieza esta columna, no estarían queriendo mucho al mundo, ni siquiera a ellos mismos.
Cuando Szifron nos sorprendió con la fabulosa “Relatos Salvajes”, todos y todas sabíamos que ese mundo que se planteaba ahí no tenía nada de distópico, era muy real las cosas que pasaban, la violencia que chorreaba, el odio de clases, las agachadas políticas, la gente harta por la burocracia, los despechados amorosos, y los narcisistas egocéntricos. Pero el misántropo (título de la última película del Damián, que no tiene nada que ver con la comedia Molière) es otro tipo de espécimen, es un ser que según pude investigar, está abundando en este siglo. No voy a escribir todo lo googleabe lectores, pero, para resumir, un misántropo es alguien que tiene aversión por el prójimo y está dispuesto a podar del planeta a todo los que, según su criterio, sobran. ¿Les suena?
En estos tiempos banales, parece que, de por sí, un narcisista es poco, un sádico es poco, un odiante de la política es poco, un manipulador es poco, un solitario que se cree superior es poco, un sarcástico humillador es poco, un violento criticador es poco. Pero todo esto junto es mucho ¿no? Lo que más me preocupa, de la patología en cuestión, es la que define textualmente al misántropo como “un ser que considera que la participación colectiva es una tortura ya sea instituciones, u organizaciones políticas, comunitarias, por eso no comprende los espacios participativos”. Ahí entendí de qué estamos rodeados en estos momentos. Y más aún, de quienes estamos rodeados, un colectivo que quiere destruir lo colectivo, en un desmadre de contrariedad. ¿Para después qué? Siempre preguntémonos ¿Para qué?, han escrito un libro incluso.
Este mes que pasó, fue el primer mes del ciclo de cine nicoleño en la Casa del Acuerdo, maravillo desde el punto de vista cultural y desde la importancia de las miradas de las y los que habitamos los espacios de la ciudad, y traigo esto a cuento, porque éste ciclo me sirvió de disparador para esta columna, y la película como Relatos Salvajes, citada en el inicio de la columna, y Misántropo del mismo director, me hizo un clic en la cabeza. Ese clic que es el mismo que volví a sentir ayer, sábado, en Ramallo con la presentación del libro “Muerta o Presa” con la grandiosa Irina Hauser. El libro, como bien explica ella, fue escrito antes que el gobierno libertario ganara y gobernara, pero es en el avance del mismo y en ciertos hechos actuales donde se entiende cómo se gestó tanto odio que desembocó en el intento de magnicidio y femicidio de nuestra vicepresidenta. Se fue inflando y no supimos anticipar ¿eso será lo que nos dice el presidente que no podemos ver? El tema es que lo actual se conecta con el intento de magnicidio y ésta puesta en abismo donde vemos claramente un relato dentro de otro relato dentro de otro relato, debe movilizarnos como sociedad.
La bala nos entró a todos, como bien decía CFK. No somos los mismos desde ese dia, y sin embargo como bien decía ayer la autora de “Muerta o presa”, no vimos venir este panorama plagado de misantropía, y ahora estamos viendo cómo salir lo menos dañados posible, siempre en democracia.
No es solo la destrucción de las instituciones del estado, la privatización de las empresas con participación mayoritaria, la desfinanciación de la educación pública, la quita de subsidios, la baja de la seguridad social en general, la discontinuidad de la obra pública. Tenemos que hacer un esfuerzo más grande lectores, respirar profundo, y analizar qué pasará si el año que viene este nuevo régimen de gobierno avanza con más bancas en el congreso. Se vulnerarían no solo los derechos de primera y segunda generación sino más grave aún, las ultimas conquistas. Argentina tiene, el orgullo de haber legislado en avanzada sobre derechos de tercera generación, en palabras de Adela Cortina, derechos que supone un conjunto de valores y de principios éticos que una sociedad moralmente pluralista comparte y que permite que sus miembros construyan la vida en conjunto. Históricamente aparecen en un principio, post revolución francesa, una primera generación de derechos, la libertad, la igualdad, la solidaridad, los Derechos Humanos, la tolerancia y el diálogo. Luego, más adelante en el tiempo, los derechos de segunda generación, que nosotros, los argentinos, los tenemos en la constitución recién desde mitad del siglo pasado, en el gobierno de Perón, incluyen la seguridad social, al trabajo, al descanso, a la alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica, educación, al seguro de desempleo, enfermedad, vejez, invalidez, viudez; y por último, los modernísimos derechos de tercera generación o derechos ecológicos, que hemos sabido conquistar en este siglo, como por ejemplo, que toda persona tiene derecho a disponer de un ambiente sano, libre de contaminación ambiental y acústica, y por la paz y el desarrollo de los pueblos. Las tres generaciones de derechos conformarían el corpus de una ética de mínimos, los que a su vez permiten la existencia de una ética de máximos que lleva a las personas a una vida buena y feliz, cierra la querida Adela.
Ahora bien, imagínense lectores, que si en nueve meses, este gobierno ya está privatizando y cerrando tantas cosas, desentendiéndose de la salud mental, de la energía, de la educación para el futuro, que no son gastos, sino inversiones de largo plazo para cualquier país serio, con un congreso en oposición (y soy muy generosa), con mayoría libertaria podríamos retroceder en derechos que entendemos tan básicos, a estas alturas, como la libertad de culto, el divorcio, el matrimonio igualitario, la libertad sexual, el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo; pueden pretender cambiar radicalmente o incluso derogarse tipificaciones penales como el femicidio, y los crímenes de odio, todo para que el país pierda su diversidad, su libertad verdadera y quedemos en manos de quienes piensan en un mundo hetero, blanco, masculino. Donde volvamos a naturalizar el “algo habrán hecho” o el “¿Y qué hizo para que le pegue, o la mate?”. Se distingue claramente, como dijo Irina en la charla de ayer, que el odio que se agita contra los que piensan distinto a este libertalismo, habilita a un grupo de misántropos, protegidos jurídicamente a atacar, perseguir y matar. Vemos la escalada de agresión hacia periodistas como Maria O´Donell, a artistas como Lali Esposito, y a políticos y pensadores que osan defender sus ideales.
Un retroceso sin igual, y sumado, lectores, al aumento de gasto (eso sí que no es inversión) en Inteligencia y espionaje, escalada armamentística, equipos para control y vigilancia de datos biométricos y una posible intervención en una guerra nuclear que se avecina, que puede llevar al mundo y a este país en especial, si lo que pasa en medio oriente no se detiene pronto, a volver a meter en la boca del lobo a nuestros pibes y pibas, destruyendo de nuevo una generación completa.
En lo local lectores hablemos de contradicciones y misantropía. Ya contamos la semana pasada que, en nuestra ciudad de San Nicolás, el indicie de pobreza trepo aún más alto que en el resto del país. Lo que no dijimos es que nos creemos Pinamar, y aunque por las redes o el diario local salga el intendente a decir que se estuvo preparando para este momento de escasez, que su familia fue una adelantada al pensar en la autarquía municipal, que, dicho sea de paso, no sucede, y además pagando las tasas más caras de la provincia y del país, prestando un servicio deficiente de agua, mantenimiento de calles, limpieza, etc. Pero (y siempre esta ese, pero), su senadora estrella, ex secretaria de cultura de una gestión que dejo sin ascensor el Auditorio Municipal, pidió que el gobernador le aumente la coparticipación por ser San Nicolás una ciudad turística de renombre. O sea: No necesitamos, pero si necesitamos. Creamos una SAPEM, que resulta ser el municipio paralelo legalizado, que por cierto se llama “Descubrí San Nicolás” y está enmarcada en lo turístico 100%, que en nombre de éste se lleva miles de millones de los “impuestos” (ya no son tasas) que pagamos, porque a la participación privada de esa sociedad mixta, como siempre, no le estarían alcanzando los fondos. El caso lectores es que sostenemos un ente privatizado que se dice autárquico, y encima le estamos pidiendo más fondos al gobernador. Recordemos que los fondos que nos envía la provincia para seguridad, desarrollo comunitario y educación no se estarían ejecutando para tales fines, sin ir más lejos nos hemos gastado toda la trasferencia educativa en cemento, literalmente, lo pueden ver, toneladas de concreto que invaden los que antes eran espacios verdes y dársenas de estacionamiento. Concreto que se hace con ARENA, arena del CONINDELTA. El jueves próximo en el HCD podrán ver la aprobación de la ampliación del gasto. A todo esto y para finalizar, a pedido de algunos lectores, de que no haga mis columnas tan largas, quisiera muy brevemente traer una cita que todos y todas comprenderán y que resume mi pensamiento de este domingo… “
…Na na, nana na nana, na na nana nanana”. Lali Espósito