Y de eso se trata ésta reflexión de hoy. Porque la ausencia de construcción política real, nos dejó delante de ésta puerta nefasta que no se abre y que nos ha llevado a éste quebrantamiento de la fe en la política y en nuestra identidad colectiva.
La reflexión que desde este inicio nos proponernos es “recordar que lo político no es solamente la política. La política es la formación, los debates, los conflictos intrapartidarios por poder y la idea fantástica de que tomando el poder del Estado vamos a transformar la sociedad. Es al revés, es la sociedad que se transforma y cambia el Estado. El Estado puede colaborar en tiempos de paz y por otros medios, a cambiar la sociedad, pero es la sociedad la que cambia y ese paso que da la sociedad impacta en el Estado y el gobierno de éstos tiempos, si despertamos.
Pensar la imaginación política desde el imaginario colectivo: el Estado, la criminalidad y el avance del narcotráfico en los barrios populares, el lugar de los feminismos en la coyuntura actual, la importancia de los medios de comunicación comunitarios, el crecimiento de las derechas en el mundo, el redespertar de las ultras derechas, y los antiguos derechos considerados ya no como socios del Estado, sino como enemigos del Estado y es lo que nos quieren hacer creer.
No podrán faltar en ésta pequeña pretensión reflexiva esta suerte de peronistas no peronistas, que ya anduvieron posando en otras flores; los que finalmente recibirán a cambio dos botellas de buen vino como agradecimiento, aunque siempre se quedarán esperando recibir el reconocimiento de los pares, como le pasó al amigo Maquiavelo. Y sin embargo no serán reconocidos nunca como politólogos astutos que dan respuesta a la época, sino como fundadores de las nuevas teorías donde la venta anticipada de traiciones burdas y nada políticas, por cierto, no tendrá boleterías. Así y todo, nos debemos un amplio análisis del trasfondo filosófico de éstas al parecer necesarias traiciones y dar una explicación de la noción del nuevo hombre y mujer políticos, el poder y la moral.
Aquellos peronistas introducen la forma de disconformidades porque no los alcanzó el tiempo de los indignados, son viejos y no saben porqué carril andar: porque cambian los carriles, las autopistas no son rutas de una sola mano. No les dio el piné para vestirse de funcionarios, de legisladores o de políticos; no les llegó el turno porque fueron poco versátiles al decir de hoy y cambiaron de partido, de fe y de valores. Se quedaron afuera, por eso hay peronistas donde nunca los hubo y no peronistas donde nunca fueron pensados.
En el mismo sentido, se hace necesaria esta suerte de tener una mirada irreconciliable con la justicia que no juzga, éstos camaleones de la suerte que ayudan tanto a narcos como a políticos a cubrir sus delitos. Se hace necesaria realizar la tarea de la trazabilidad de ésos delitos que todos conocemos, la ruta de los delitos con la justicia adentro. Esos delitos que llevan en la espalda éstos políticos a la vista de todos y que todos conocemos, pero no podemos probar y porque si fuera la razón, el poco dinero que habita los bolsillos de la mayoría no alcanza para ofrecer dádivas, a cambio de alguna moralidad disponible.
Y uno se pregunta sobre aquella moralidad de la política con la que fuimos concebidos y acaso los políticos en el campo de la política, entendiendo a la política en primer lugar, como la lucha por el poder entre los hombres, quién tiene más territorialidad, para ser educada. Y esto se ha visto en los últimos días en éste país con un extenso territorio cedido finalmente para que nos piensen desde afuera y decidan por nosotros como tienen que ser los argentinos.
Por eso hablamos de lo urgente y necesario. La reflexión debe existir, sin falta. Como dice un amigo, debemos hacer surgir este pensamiento oblicuo para que deduzcan los otros, para que saquen sus conclusiones los otros, porque ya se acabó el tiempo donde servimos en bandeja cómo debemos pensar, porque así nos fue y nos va, desde los medios, la justicia, lo que no se dice y mucho menos lo que no se hace.
Finalmente ¿Qué es lo propio de la política? Esta pregunta surgirá, en adelante, en cada hombre que desee analizarla. Porque hoy, lejos de cómo se analizó la política en tiempos Maquiavelo, sólo para nombrar un ejemplo, es el tiempo de las redes, como un juego clandestino y anónimo; es el tiempo de la política usurera que enuncia que el mercado debe ocuparse de resolver el hambre. Estos mismos políticos y casi peronistas son los que votaron contra el país y el pueblo que los votó.
Y finalmente en los mínimos mundos de los municipios donde los impotentes le asignan a las cosas y los hechos frases grandilocuentes como: “la obra más grande del mundo”, el mejor del mundo y demases, si se me permite… Hoy asistimos a un nuevo concepto de lo político, esa triste relación de subordinación que tenemos y que ganamos en tiempos del mesianismo que supimos conseguir y no se trata de un representante de dios en la tierra. Es la subordinación a lo patético.
Finalmente, todo se reduce a la subordinación, acaso al acatamiento más feroz, porque esto que nos pasa a una parte importante de los argentinos que sufrimos, no es la obra de un dios imponente, es justamente la obra de un impotente; es lo que le concedimos como dones cuando le dimos un voto a los corruptos y dementes, y nos subordinamos al poder de éste absolutismo monárquico de un perro celestial.
Es tiempo de los que resisten, sin justificar ideológicamente los errores ni las traiciones. Lejos de esto, nos debemos un sueño, nos debemos la imaginación política de pensar lo colectivo para nunca más volver a perderlo.
La lucha es una sola, pero como la guerra, es por otros medios que debemos ganarla. La construcción política recién está comenzando y hay que ponerle letra, sigan ustedes