El Cic de Barrio Garetto está rigurosamente vigilado.
Ahora, en vez de aprovechar los espacios, el ejecutvo municipal lo tira abajo para construir un dispensario que hasta quizás lleve su nombre. Otro dispensario moderno que seguro será importante para la comunidad, pero que lejos está de ser un hospital como le gusta llamarlo al intendente.
Para lo moderno que busca este intendente con fuertes raíces en la apropiacion de espacios y negador de la historia local, hace falta tirar abajo el patrimonio cultural. De esta manera se termina en la ciudad un espacio de contención social donde el estado cumple uno de sus pilares fundamentales, pero nada de ésto tiene significado para este intendente enriquecido y sin moral.
Se terminan la territorialidad, los equipos de diagnósticos sociales comunitarios y las evaluaciones sobre las formas de participación social.
Como si no existieran otros espacios en todo la ciudad, el intendente elige tirar abajo un CIC, que no es otra cosa que dar por finalizadas las estrategias participativas y a las organizaciones de la comunidad para que las intervenciones comunitarias sean eje esencial en el diseño de las políticas sociales, de cuidado, inclusión y promoción del trabajo que aborden la reducción de desigualdades.
Se podía en otro espacio, en otras tierras, pero muchas de esas hectáreas ya lo tienen al intendente como propietario, aseguran "los testaferros" por lo bajo. Pero un dispensario despues de haber vaciado de contenido sanitario a la ciudad, no significa nada. Remodelar, reinaugurar y colocar una placa que diga Hospital, es el objetivo pero un CIC no es una plaza, aunque los sobreprecios en ésta, como en tantas obras, ya está cantado.