Estos adoquines centenarios son quitados, removidos, y no sabemos a dónde van a parar. Toda protección patrimonial debe basarse en identificar estos valores.
La falta de conocimiento de quienes forman una comisión basados sólo en la apariencia de figurar, hace que en San Nicolás se pierda el valor del patrimonio y nuestro medio entiende que la difusión a la sociedad resulta siempre el camino más directo y seguro no sólo para garantizar su conservación sino para impedir que se destruya. Pero ya lo han hecho en varios puntos de la ciudad.
La misma comisión mandó a taparlos en aquellas cuadras donde aún había adoquinado, algo que en otros lugares del mundo se valoran, se cuidan, se realzan. En aquel entonces, hace poco tiempo, manifestaron que era caro conservarlo y mantenerlo.
Ya en su momento adornaron hermosas entradas a casas céntricas, luego entradas en alguna hermosa casa de campo pasando Campos Salles ¿y ahora?
La venta de adoquines se cotiza bien, como la tosca y los tirantes ferroviarios. Cada adoquín vale unos 500$; saquemos la cuenta de cómo engrosa el bolsillo de alguien la venta de ésta piedra.
Lo cierto es que todo desaparece como los balastros de las luminarias de plaza Mitre que fueron vendidas también hace unos años.
Aunque el Concejo Deliberante exija explicaciones al ejecutivo municipal, éste jamás contesta. A los fiscales ni se les ocurre actuar de oficio, si se roban una barranca, imaginemos unos adoquines.
Una ciudad violentada y sin poesía en tiempos de los Passaglia, es lo que nos va a quedar y cuando nos demos cuenta, será tarde.