martes 11 de febrero de 2025 - Edición Nº2260

Columnistas | 19 dic 2024

El descenso a la locura

The Jocker: Una ficción, no tan ficción

El film narra la historia de Arthur Fleck, un ciudadano sumergido en un submundo oscuro y sórdido, residente de la ciudad de Gotham (Ciudad Ficticia – Nueva York-), quien padece de serios trastornos mentales y anhela vehementemente encontrar un lugar en la sociedad que le pueda dar sentido a su vida. De manera que el personaje alude a la frase “puede ser que mi muerte tenga más sentido que mi vida”


Por: Lic. Cristian Caminos

Mientras, se observa que la ciudad de Gotham atraviesa un periodo caótico, sumido en la violencia y degradación.  Los postergados, los excluidos y marginados se movilizan para exigir reconocimiento y justicia social, causando serios disturbios en las calles de la capital. Tal resonancia deja entrever un tipo de política basada en el antagonismo de clases y la indiferencia respecto a todas las formas de marginación social. Resulta interesante la escena del cine, en donde un grupo de manifestantes siendo reprimidos en las afueras, mientras otro grupo de elite, hombres de esmoquin y mujeres de largo observan la película “Tiempos Modernos” de Charlie Chaplin; toda una paradoja. 

Un periodo de modelos de políticas restrictivas que se impuso en Gotham, como idea triunfante que deviene del recorte del gasto público y la concentración del capital monopolizado en manos de algunos pocos, que al mismo tiempo agrava los índices de desocupación y pobreza como resultado de esas mismas medidas económicas recesivas. La indiferencia estatal, y la falta de respuesta ante la crisis social es lo que desatan estas sucesivas y frenéticas protestas en la metrópolis y en efecto se desanuda políticas de tipo disuasivas y represivas para el control y reducción de las masas. En este sentido, Fleck, compara ese clima hostil con sus emociones, insinuando “que no solo es él quien se siente mal”.

Del mismo modo, se revela un contexto que apunta a una continua destrucción del tejido social, que rebasa hacia una estrepitosa hesitación e incertidumbre en la sociedad, que recurre a una incesante desarticulación y desamparo social, motivado por la pérdida de sentidos y la construcción de un medio de orfandad y desdicha como síntoma de la época, que instigan  negativamente en el interior de las sociedades y los individuos, cooperando directamente en un sistema de violencia estructural que no solo responde a una disfuncionalidad de adaptación a un entorno dinámico, sino que también se trata de una crisis del proceso de sociabilización mismo,  una crisis que alteran el orden simbólico del proceso de integración y regulación social y en consecuencia el modo de instituir formas  conductuales, relacionales, simbólicas, ideológicas, emocionales e identitarias que desarrollan los individuos dentro de un cuerpo social.

Ante dicho contexto de recesión económico y ajustes presupuestarios. Arthur Fleck se encuentra en perjuicio sobre el anuncio de medidas de suspensión del tratamiento farmacológico, asistencia social y todo tipo de recursos terapéuticos. En consecuencia, Arthur pregunta cuál será su destino y de qué manera conseguirá las drogas que permitan aliviar su enfermedad, teniendo en cuenta su condición de base sobre los severes problemas de salud mental. Además, sus dificultades económicas, aunado a un trabajo precario y posterior despido de este, viéndose impotente para solventar sus necesidades, hundiendo aún más a nuestro intérprete a los márgenes de la supervivencia. Sin embargo, Arthur, cuando se le pregunta si participa de la revuelta en las calles, comenta “yo soy a-político”, no siendo consciente que es víctima de un sistema político cruel y perverso, centrado en el rendimiento de libertades económicas absolutas, que no tiene tiempo ni espacios para los débiles

Ahora bien, para entender un poco más a Arthur, en profundidad, será necesario navegar por su personalidad y analizar su vínculo con su madre, la Sra. Penny Fleck.  Una mujer en estado senil, con ideas obsesivas y psicotizantes.  En ellos se vislumbra un vínculo simbiótico. Arthur atiende de ella, le brinda cuidados maternales, le corta la comida, la baña, incluso se recuesta juntos a su progenitora para mirar televisión.   Penny llama a su hijo “Happy” (felicidad), un apodo funesto cargado de violencia y desquicia. En tanto, el pseudónimo “Felicidad “se encuentra en el orden de lo intangible y de lo efímero. Empero, lo que en verdad oculta “Happy”, es una persona con un infinito sentimiento de tristeza y desdicha. 

Arthur todo el tiempo pone en juego su mundo interior y su psiquis, el cual se encuentra atrapado en la versión histórica de su madre. De ahí, que surge una especie de risa inmotivada, que representa magistralmente el protagonista, una risa espasmódica que contempla paradójicamente el simbolismo del terrible esfuerzo personal que intenta realizar Arthur Fleck por ser feliz.  Por consiguiente, el protagonista hace referencia en varias oportunidades a un cierto sentimiento de inexistencia e invisibilidad, lo que evidencia una enorme carencia de aceptación y necesidad a la hora de ser aprobado. En tanto, una escena que describe perfectamente este sufrir de soledad es cuando el intérprete se encuentra sin remera, mostrando su delgado cuerpo, tratando de abrir una zapata de payaso, estirando con todas sus fuerzas para que su pie encastre. Una metáfora perfecta que demuestra a un Arthur Fleck que hará hasta lo imposible por encajar en una sociedad categorizada por el desinterés y la apatía. En efecto, el personaje encamina una incansable búsqueda por alcanzar aquellas figuras o referencias que lo contenga emocionalmente, incurriendo continuamente a alucinaciones visuales interpretadas en distintos rostros a lo largo del film, ellos: Thomas Wayne, Murray Franklin, como respuesta a una carencia que de alguna manera otorga significación a una vida miserable.

Ciertamente, se podría decir que la salud mental es un condicionante de factores políticos, biológicos, sociales, culturales y ambientales. En otras palabras, una relación inmanente entre sociedad - individuo y como este último alcanza su construcción en un orden simbólico, social y subjetivo de una determinada realidad.  En este sentido, Arthur se manifiesta condenado y desposeído de todas sus redes territoriales de asistencia y protección: rupturas de vínculos sociales, cierres de servicios de salud, quita de medicamentos, supresión de la atención psicológico social y destitución del mundo laboral. En efecto, se naturaliza un sistema de olvido como parámetro nihilista que absorbe al personaje a la marginación y la exclusión social. Asimismo, se impone un tipo de moral que se inscribe en el poder mismo, que sobrelleva a prácticas culturales que legitiman acciones discriminatorias e inhumanas, justificando la hostilidad y animadversión hacia otro/a.  Un resentimiento social que se exterioriza en Arthur una actitud de frustración, rechazo y rencor a toda forma de humanización. Lo que provoca en el protagonista el abuso y el desmedido ejercicio de poder que se desemboca en venganzas y hechos violentos.

Finalmente, Arthur Fleck se convierte de manera accidental en una especie de icono anarquista revolucionario: “The Jocker” logrando politizar y seducir a un mundo convulsionado por el odio, consiguiendo así, lo que tanto deseaba, el clamor y la aceptación para superar un mundo de vacíos y desdicha. En este sentido el film recrea un final con un giro inesperado, en el que el destino se cruza y la desesperación y el desprecio termina recayendo sobre los despreciadores. Las víctimas se vuelven victimarias y los victimarios se vuelven víctimas.  Esto me hace pensar que, si “alimentamos una sociedad violenta, no deberíamos sorprendernos cuando la violencia nos golpea”

Licenciado Cristian Caminos.

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