

Por: Belén Mozzicafredo
“Cuando el Baal Shem, el fundador del jasidismo, debía resolver una tarea difícil, iba a un determinado punto en el bosque, encendía un fuego, pronunciaba las oraciones y aquello que quería se realizaba. Cuando, una generación después, el Maguid de Mezritch se encontró frente al mismo problema, se dirigió a ese mismo punto en el bosque y dijo: «No sabemos ya encender el fuego, pero podemos pronunciar las oraciones», y todo ocurrió según sus deseos. Una generación después, Rabi Moshe Leib de Sasov se encontró en la misma situación, fue al bosque y dijo: «No sabemos ya encender el fuego, no sabemos pronunciar las oraciones, pero conocemos el lugar en el bosque, y eso debe ser suficiente». Y, en efecto, fue suficiente. Pero cuando, transcurrida otra generación, Rabi Israel de Rischin tuvo que enfrentarse a la misma tarea, permaneció en su castillo, sentado en su trono dorado, y dijo: «No sabemos ya encender el fuego, no somos capaces de recitar las oraciones y no conocemos siquiera el lugar en el bosque: pero de todo esto podemos contar la historia». Y, una vez más, con eso fue suficiente” Giorgio Agamben (El fuego y el relato)
¿Entonces, la literatura y solo eso, aún, puede ser suficiente? Esta semana perdimos un poco más de músculos por andar firmes en nuestro destino. Estamos al borde del burnout, síndrome tan de moda, nos cuesta hilar las frases, encontrar las palabras, ya casi gastadas de tanto usarlas, y justificarlas, y solo llevamos diez meses de este periodo. Muchos coincidirán conmigo que, si no estuviéramos en política, este no sería el mejor momento de entrar a la pelea. Es más fácil de seguro retraerse al interior de los pensamientos y quedarse en la calma del centro del huracán, aunque si te moves un centímetro salís disparado. No, no es momento de entrar a estas disputas, pero no pueden elegirse las batallas que se enfrentan.
Para los que estamos ya en el barro, resulta imprescindible poder mantenernos de pie, aunque sea, para ver de que lado viene el golpe. Renunciar seria de cobarde, retirarse solo se retiran los vencidos, los que ya perdieron la llama pequeña que aun hace grande nuestra sombra en esta noche oscura. Un tipo de heroísmo muy común, nada de que alardear, el simple deber de cumplir con la palabra.
La filosofía es literatura y la literatura es filosofía, y estas columnas son una línea de fuga, una simple y humilde forma de dejar un testimonio de este momento o de algún momento. Algo para releer cuando el fuego esté por apagarse del todo, o para recordarnos que lo sostuvimos encendido entre las manos juntas, para que los vientos severos no lo extingan. Como un acto de resistencia. Con eso tendremos suficiente. El descompromiso duele menos. Pero no estamos para eso las y los que elegimos este camino, que sabemos, como bien nos recuerda Girard, que lo “sagrado” viene de “sacrificio”, y en “La violencia y lo sagrado” lo describe muy bien. En política, este gran antropólogo filosofo e historiador, ilumina muchas de mis noches en vela, algunos de los efectos de la menopausia, cuando vienen los calores y el insomnio, los transmuto en concentración para seguir entendiendo de qué va la cosa, ahora tratando de analizar el origen de tanta violencia, pero sobre todo cómo contrarrestarla. El mayor miedo que poseo es el de perder la capacidad de leer el mundo que habito. Y hoy es necesario entender la violencia, entenderla en sus raíces profundas, no nos basta con repudiar, aunque seguiremos haciéndolo, aunque a la mayoría no les importe o les parezca algo menor.
¿Qué deseos llevan a las personas a decir y hacer lo que vemos? Esa violencia colectiva, esa parte oscura de la sociedad merecen un análisis extenso, debemos buscar como dice Girard nuevas formas de que las tensiones sociales, en pos de reestablecer la estabilidad social, no produzcan escapes tan extremos. Debemos entonces retomar el dialogo afectuoso con nuestros vecinos, las palabras amorosas, tratarnos quizás como verdaderos hermanas y hermanos.
Estamos atravesando un momento oscuro, es imperioso que leamos el mundo de una forma más humana, que produzcamos otro tipo de cultura para salir de la brutalidad histórica, o que dejemos de reproducir estas agresiones en las que siempre los chivos expiatorios son los inocentes. Ahhh me vas a decir que CFK no es inocente, y te voy a decir que si, seguramente ha hecho muchas cosas que ella revisa por sí sola, pero de lo que se la acusa es inocente. Y si por defender esta inocencia retrocedo dos mil años a las catacumbas, regresare allí con nobleza porque estoy convencida.
Hoy es tiempo de definiciones, de que nos encontremos situados y que los que nos rodean tenga cabal magnitud de dónde encontrarnos. En el caso de mi Partido, Nuevo Encuentro, sabe bien las coordenadas que lo atraviesan, los meridianos de memoria, verdad y justicia, los paralelos de los transfeminismos y diversidades. Ahí podés encontrarnos, junto con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales que es nuestro Norte, parangón de la verdadera libertad. No fueron fáciles estas conquistas, pero las hicimos pacíficamente, no sacrificamos a nadie para conseguirlas. Las hicimos desde y con la política. Eso es lo que represento humildemente junto con mis compañeras y compañeras desde la banca que compartimos en Unión por la Patria en el HCD. No lo vamos a negar jamás, porque si lo negamos no somos más nosotros, no lo vamos a traicionar jamás, porque sería traicionar nuestras más profundas raíces.
Por todo esto, las palabras son tan importantes para encontrar armonía social. Entender que los discursos de odio generan miméticamente una sociedad violenta, así como los discursos vacíos generan una sociedad sin futuro. Nuestro discurso no te va a vender ninguna farsa, podrá ser perfectible, podremos tratar de usar mejores palabras, pero en sus fundamentos, en sus considerandos siempre habrá sinceridad: creemos que somos un pueblo amoroso y educado, una nación rica en cultura, arte y ciencia, que tenemos los alimentos necesarios para millones, pero sobre todo creemos que todos estos derechos son por para cada uno y para todos, nosotros no venimos a impedir que otros hablen, al contrario, les damos la palabra, no quemamos libros, más bien les damos las hojas y los lápices para que escriban sus voces, les damos las notebook y los satélites, y la internet, y las universidades por todos lados, llegamos hasta el pueblo más pequeño del interior con los trenes y aviones que nos merecemos, les damos esperanza, no demagógicamente, sino porque como buen maestro que intuye la buena madera que hay dentro de cada estudiante, sabemos, como políticos, de qué está hecha nuestra patria, y creemos en el Estado Presente para defenderla.
Este domingo, les voy a ahorrar lectores, el dolor de reiterar tanta violencia inscripta a fuego en nuestro pueblo. No por quedarme callada, sino porque se ha dicho demasiado, y a veces, solo a veces es más importante quedarse en silencio de pie, con una vela encendida marcando el camino de los que quieran encontrar un poco de paz en este mundo al borde del colapso. Este domingo le envío un beso y un abrazo grande al cielo a nuestro querido Néstor, el primero que vi sostener de pie esa vela de esperanza, sin rencores, que nos guio para salir del pozo, un pozo donde nos dejaron los mismos que ahora nos gobiernan y repiten las mismas recetas, pero condimentadas con una violencia genocida. En estos catorce años, a Néstor lo sigo viendo en Cristina, y en Máximo, será por eso que estamos de este lado, del lado que le agrego después de 50 años una estrofa a la marcha peronista, para actualizarla: "Resistimos en los 90' Volvimos en el 2003 Junto a Néstor y Cristina La gloriosa JP"
San Nicolás no escapa a la media nacional, es una ciudad con el potencial de crecer con distribución, es una ciudad que puede ser bella porque está bordeando un rio bellísimo y de un gran humedal que tenemos que cuidar, una ciudad que puede ser pujante porque está ubicada en un cordón industrial. Nosotros también sabemos cómo hacer las cosas bien, las hicimos muchas veces. San Nicolás no nació hace 13 años, tiene historia para contar y hoy no es una ciudad justa, está llena de hipocresía y carencias, aunque parezca que está muy linda. Vuelvo con lo de leer la calle, las calles, no Mitre y Nación, o los cuatro bulevares, leer más adentro, pasar la tapa y leer los agradecimientos y el prólogo, capítulo por capítulo de su historia, y entre líneas, y las notas al pie, pero sobre todo mirar atentamente la reseña bibliográfica, porque sin reseña bibliográfica estamos frente a un gran plagio, y no nos merecemos ser un plagio.
Ya saben lectores donde encontrarnos, sobre todo, sepan que allí donde habitamos hay gratitud y hay amorosidad, hay lugar para todos y todas los que tengan memoria, no sobra nadie es verdad, y aun equivocándonos, porque somos humanos, no encontraran en nuestro discurso odio ni venganza, esa es nuestra longitud y latitud, lo nuestro es pura lealtad a la justicia y a la verdad.
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