Un museo de grandes novedades

Por Belén Mozzicafredo 

“Se acabó sólo el género, nosotros vamos por otros valores, nosotros vamos por la familia. La familia es el centro de la sociedad y la educación. Los valores familiares tradicionales son el amor, la unión, el trabajo, el estudio, la igualdad ante la ley. Promover los símbolos patrióticos, respetar y honrar a nuestros próceres. Esto resulta central para la armonía y la cohesión social. Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales, que no se alinean con la biología, son inventos subjetivos”

sentencio El MINISTRO DE JUSTICIA DE LA NACION

Vuelan los fracasos por doquier, no sabemos ni donde estamos parados en este NUEVO Estado del no derecho, por eso en estos momentos es importante retomar ciertos rituales personales que nos conecten, como el de escribir en cursiva sobre un papel, el de leer un libro que nos abra la cabeza, porque lo que tenemos que seguir disputando es la batalla cultural.

Tomo un libro que me presto una compañera, “Travesti/Una teoría lo suficientemente buena” de Marlene Wayar, escritora argentina, me pregunto cómo se estará sintiendo esta intelectual, y muchas como ella, después de escuchar desde la representación de tamaña autoridad   expresarse de esta manera tan inmoral. Pienso en las niñeces que, a muy corta edad, y cuando estábamos a punto de construir un futuro sobre otras bases, de diversidad, de respeto, de inclusión, vienen a darles tremendo sopapo en sus caritas recién despiertas al mundo.

Lo que no entiende este señor dinosaurio es que por más que él lo niegue, la evidencia, y no digo la verdad del sufrimiento de no poder ser, está ahí. Vuelven a robarnos la identidad, de mil maneras. Para alguien como este letrado que fue lo que quiso, de muestra están las fotos, no es difícil entender su lógica. Participó en cuanto escándalo existió en la época del ´90, y ahora nos viene con la cantinela de la moralidad berreta y barata, esa de las nenas de rosa, los nenes de celeste. El que defendió delincuente, narcotraficantes, y tantos desviados, de esos que para él están muy bien alineados con la biología. Preguntémonos en serio, cuál es la identidad de semejante sujeto para decir qué tienen o pueden hacer los otros. Porque de algo estoy segura, vendrán a anular más derechos imponiéndonos la palabra Familia tradicional, como hace 500 años nos imponían la palabra Cristo.

Entendiendo a Marlen, palabra por palabra, cuando nos dice que desplegaron una grieta trans por la que poder escaparse de la condena social de violencia, prostitución, odio y soledad. Esa grieta que han abierto con sus luchas para que esta sociedad pueda mirar lo que realmente pasa, mas allá de los flashes de las estrellas mediáticas, en las que este señor Ministro debe reflejarse muy bien, o lo que nos muestra la calle nocturna a cielo abierto. Porque en esos lugares tan obvios no es posible encontrar a las personas y maravillarse con la profundidad del hueco: ejemplos como la primera cooperativa textiles “Nadia Echazu”, la primera revista trans y latinoamericana “El Teje”, políticas como Lohana Berkins, militantes como Diana Sacayan, escritoras como Camila Sosa Villada e intelectuales como la mismísima Marlen. 

Estos sucesos políticos que vemos a nivel nacional se replican en lo local, perversamente tenemos parado en el HCD un proyecto de ordenanza para promover el cupo laboral trans y darle dignidad a un colectivo de seres humanos tratando de sobrevivir. Hay que ser muy corto de ideas y muy fóbico para sentirse amenazado por un papel que de derecho a un puesto de trabajo.

Vuelvo a lo de escribir en letra cursiva, porque cuando se escribe de puño y letra el cerebro no puede pensar en otra cosa, es un mecanismo que pasa del corazón a la mente a la mano, sin interrupción, hilando letra con letra a través del circuito de nuestras neuronas, esas que se reproducen o se mueren de acuerdo a la cantidad de uso que le demos. Evidentemente el ministro de JUSTICIA, y la ministra de CAPITAL HUMANO, y el ministro de ECONOMIA, y la CANCILLER, que no escribe en cursiva ni en inclusivo, se han convertido en un aparato que deja al descubierto el verdadero paradigma hetero-winka-patriarcal, y que es tan poco lo que aman a los habitantes de estas tierras del sur que nos irán matando direcciones y secretarias como neuronas. Allí va el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), allá va la Comisión Nacional por el derecho a la Identidad (CONADI), allí la Unidad Especial de Investigación de la desaparición de niños como consecuencia del accionar del terrorismo de Estado (UEI). Lo que nace, por el contrario, es por lo menos oscuro, turbio y distópico como la Secretaria de Culto y “Civilización”.

Y no es que de mi lado sean todos deconstruidos, ¡tampoco ser hipócritas, lectores!  Sepan que lucho dia a dia en esta vereda también, que hay mucho machirulo y machirula, que se cree superior por tantas pavadas sinsentido que les da cinco minutos de fama. Entre las mujeres no hay a veces la sororidad que tanto se pregona, si nos han venido a juzgar hasta por el lugar donde nacimos.  Y muchos hombres dejan mucho que desear cuando de violencias hablamos. Veremos cómo defender esta caída y derogación de leyes en cascada como caen las neuronas por no usarlas.

He leído suficientes pensadores como para entender que se puede dejar de ser lo que se es para ser lo que cada uno desee. En este camino, la verdadera libertad debe ser eso, poder elegir, sobre nuestros cuerpos, que es lo primero que entra en contacto con el afuera, que nos crea un puente de cómo vemos y sentimos el afuera. Evidentemente sobran las pruebas de que fueron engañados con el verso de la “libertad carajo”, pero a las que nos quitan los derechos son a las diversidades, mujeres y ancianidades, o sea todo lo que no sea productivo, económicamente hablando, en esta argentina de la postverdad.

 ¿Creyeron que por andar latinoamericanizada se iban a salvar de que les nombre autores extranjeros? ¡Bueno, no! Empecemos por Pasolini y su “tolerancia”, evidentemente acá podemos meter su célebre frase “El hecho de ‘tolerar’ a alguien es lo mismo que ‘condenarle’”, porque parece que no somos capaces de ver al otro más allá de sus diferencias. En ese sentido me identifico con su concepto y me llamo a mí misma una “tolerada” más en este mundo que se nos viene. Sigamos con Judith Butler en su majestuosa lucha por la libertad basada en la igualdad, contrario a lo que está planteando este gobierno libertario y de extrema derecha, el género sí está en disputa.  Para finalizar, un pensador como Paul Preciado que nos trae a la bellísima Virginia Wolf y su “Orlando” recordándonos que la vida comienza mucho antes de que nacemos y termina mucho después de que morimos, al ser una construcción colectiva y diciéndonos, todo el mundo vive una vida Orlandezca, menos los que tienen los dedos de juzgar muy largos y las ideas muy cortas, agrego yo.

Entonces me asusta, me preocupa, porque esto recién empieza, aunque ya van nueve largos meses, y no podemos callarnos, debemos seguir repudiando al menos, contraponer el discurso. No podemos dejar que nos roben las luchas feministas y transfeministas plurinacionales. Insisto, es urgente desde la política seguir bregando por la inclusión, separar Estado de Iglesia, separar lo sexual del género, entender que no todo está en venta y no todo es mercado, educar desde la no violencia, y la inclusión, educar para que cada una y uno sea la mejor versión que pueda ser en esta nación, porque solo así seremos libres y soberanos.

Para terminar esta reflexión, esta denuncia que evite el retroceso y redondear la columna, traerles unas palabras de Maby Ibáñez, mujer travesti e indígena, transindígena, de Cafayate, Salta: “Pertenecer a una diversidad y además reconocerse indígena es sinónimo de múltiples discriminaciones y despojos”. Estas expresiones las dijo hace dos años ya, en otra sociedad distinta de la que hoy analizamos, me cuestiono consternada que sucederá cuando estos “civilizadores” avancen como amenazan.

“Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo.”

Camila Sosa Villada