Decía Paul Joseph Goebbels… “si no hay nada para el pueblo, enzarcen las ciudades, pongan en grande sus nombre, realcen el nacionalismo; eso los mantendrá entretenidos mientras ejercen el poder sin cuestionamientos”
Si no fuera por la pobreza intelectual de los Passaglia uno pensaría que hicieron un cartel a la medida del precepto Gebbeliano (jefe de propaganda del régimen nazi) autor de toda una teoría sobre la comunicación política que aterraría a los más alejados del concepto republicanista.
El cartel no es otra cosa que maquillaje a la medida de una público que cambia segundos de imagen en una fotografía, por anestesia a la corrupción. Si uno piensa en las imágenes más significativas de la ciudad piensa en casa del Acuerdo, el santuario de la Virgen, monumento a Azopardo, la imagen desde el Yaguaron y el chalet del club Regata, pero nada de eso representa para los Passaglia la ciudad!. Ellos sueñan con una ciudad más parecida a sus caprichos alejada de un proceso colectivo de construcción como todas las ciudades modernas del mundo hoy se desarrollan.
Pero que esconde esta idea caprichosa de administración; ni más ni menos que corrupción, discrecionalidad, y niños bien, mal acostumbrados a no dar explicaciones a nadie; eso significa el cartel MI ANTOJO, el de mi mama el de mi hijo, pero nada que se vincule con el consenso la participación, todo esto con la complicidad del Concejo deliberante, que hace de todo menos controlar.
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