Gran Fiesta Gran y los disfraces de la familia real

La política y los asuntos públicos y ésta mirada que tenemos de critica cuando con la verdad no se consigue mucho ni se avanza...

La política se ha convertido así en una guerra de personajes: todos disfrazados de algo, pero pocos dispuestos a desnudar ideas. No importa tanto el plan como la pose. No importa tanto el resultado como el eslogan. El lenguaje se degrada, las propuestas se vacían y el marketing lo rellena todo.

El problema no es sólo estético, es profundamente político. Y acá lo más interesante y lo que todos esperan... de qué se disfrazará la familia Passaglia, los grandes gestionadores de las cosas más grandes de latinoamérica y del mundo... valga la ironía que asocia o relaciona la falta de tamaño, afirman.  Es decir enunciar grandes cosas porque otros tamaños son pequeñas,  pero eso será noticia en otras notas; lo que sí sabemos es que el viejo Ismael se disfrazará de HONESTO, Manuel se disfrazará de SOBRIO  y Santiago de DEFENSOR DE MUJERES GOLPEADAS.... todo un síntoma de urbanidad por cierto.  Y lo cierto es que no encontramos para Santiago el disfraz de apagador de luces de plazas, pero seguro si nos dan tiempo, lo descubriremos...

Cuando se banaliza la política al nivel del disfraz, y de ésto sabe mucho la familia pública, porque de eso han vivido siempre y vale decir que  lo que se pierde es la confianza ciudadana, pero acá en ésta ciudad siempre es al revés. Se refuerza la sensación de que todo es actuación, todo es mentira, y entonces crece el desinterés, la apatía, el “todos son iguales”.

Frente a este escenario, cabe preguntarse: ¿quién se anima a romper el guion? ¿Quién deja el cosplay y asume el riesgo de ser genuino, imperfecto pero real? Porque sin verdad, sin proyecto y sin cuerpo, la política no conmueve, no transforma, no lidera y de eso estamos llenos en San Nicolas que ya parece que no es más la ciudad de María y del Acero, pero bueno, es lo que hay, dicen por ahí.

Lo que sí decimos en ésta San Nicolás querida, que la política hoy se parece cada vez más a una convención de cosplay. No en un sentido humorístico, sino literal: líderes y candidatos que se visten, hablan y actúan como si fueran personajes que representan algo que ya no son. Se reproducen gestos de otro tiempo, frases hechas y estéticas forzadas, como si bastara con disfrazarse de una idea para que esta volviera a tener sentido.

Y cuando nada tienr sentido, la noche nicoleña se viste de fiesta y es la fiesta con menos rating de la historia, donde nadie te dice que regalaron más de mil entradas porque no tuvo quorum la fiesta más interesante de todos los tiempos, salvando las carreras y fiestas nocturnas en el mismísimo autódromo donde la mayoría ni siquiera es invitada.

Ojo, que el viento y la tormenta que anuncian para hoy a la noche no les vuele la peluca a algunos....