Trump ha sido castigado y ganó Zhoren Mandani

En Estados Unidos, la rabia se votó.

Y el mensaje fue claro: Trump ha sido castigado.

Virginia y Nueva Jersey dieron una lección política al trumpismo, y marcaron un punto de inflexión en la política norteamericana.

Vamos con los datos y lo que realmente significa

 

Los resultados son demoledores:

En Virginia, la demócrata Abigail Spanberger ganó con 57,2% frente a 42,6%.

En Nueva Jersey, Mikie Sherrill arrasó con 56% frente a 43%.

Ambas derrotaron a candidatos respaldados directamente por Trump.

El mensaje no es ideológico: es económico.

El detonante: la economía.

El 85% de la población dice estar preocupada por su situación financiera.

Solo un 12% se siente desahogada. Los recortes federales y el cierre más largo de la historia del Gobierno estadounidense han golpeado a millones de familias.

Virginia es un estado lleno de trabajadoras y trabajadores del Gobierno federal y de contratistas públicos.

Trump les dejó sin sueldo durante semanas. El resultado fue inmediato: castigo en las urnas.

El trumpismo prometía “grandeza”. Ha traído precariedad.

 El 40% de los votantes reconoció que fue a las urnas solo para castigar al presidente. Y dos tercios declararon estar “enfadados o insatisfechos” con el rumbo del país.

El voto ya no se movió por ideología: se movió por agotamiento.

Las dos ganadoras tienen perfiles similares:

Abigail Spanberger, exagente de la CIA. Mikie Sherrill, piloto de la Marina. Moderadas, pragmáticas y centradas en los problemas reales.

Sin nombrar a Trump, lo derrotaron.

 

Los demócratas ampliaron su poder: Recuperaron la mayoría en la cámara estatal de Virginia (de 51 a 63 escaños).

Mantuvieron el Tribunal Supremo de Pensilvania. Ganaron escaños locales en Georgia. Y consolidaron su poder en California con una reforma electoral histórica.

Mientras tanto, los candidatos trumpistas se hundieron.

Jack Ciattarelli en Nueva Jersey, Andrew Cuomo en Nueva York... derrotados con dureza.

Incluso el nuevo alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani, un socialista de 34 años, simboliza el cambio de época.

Trump, en su red social Truth, culpó al mundo menos a sí mismo. Dijo que perdió porque “no estaba en las papeletas”.

El negacionismo ha llegado también a su propia derrota. Su relato se agota, y el país empieza a girar la página.

La noche dejó otra señal potente:

Virginia tendrá su primera vicegobernadora musulmana, Ghazala Hashmi, y el fiscal general demócrata Jay Jones también venció.

El electorado apostó por diversidad, no por odio.

El trumpismo prometió devolver el poder “al pueblo”. Pero el pueblo empieza a devolverle algo distinto: la factura. La de los recortes, los despidos y la manipulación mediática.

Trump no fue derrotado por la izquierda radical.

Fue derrotado por su propio experimento: una sociedad cansada de su ruido y su discurso de odio más dejar al pueblo sin respaldo. Por eso se advierte en el mundo que todo cambia ambia. Y que ya empezó a cambiar.