

La vida cotidiana se volvió una maratón para los argentinos. Cada vez se necesitan más horas de trabajo para apenas cubrir los gastos básicos. Durante el segundo trimestre de 2025, los datos oficiales reflejan un aumento en la cantidad de horas trabajadas, especialmente en sectores informales, mientras el empleo registrado continúa estancado.
El ajuste brutal aplicado por el gobierno de Javier Milei dejó su huella en el mercado laboral: más cuentapropistas, menos asalariados registrados y un ingreso que no alcanza. El país se encamina a niveles alarmantes de desigualdad, con miles de familias que, endeudadas, ya no logran cubrir su canasta mensual.
Según el Indec, en los últimos 12 meses, 186.000 personas dejaron de ser asalariadas y pasaron a trabajar por cuenta propia, un salto del 3,2% interanual. Los trabajadores registrados, en cambio, apenas crecieron 0,7%. Para muchos, convertirse en cuentapropista ya no es una elección, sino una necesidad para no quedar afuera del sistema.
Desde el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) advierten que el salario real en el sector privado lleva 10 meses sin crecer y se mantiene 5 puntos por debajo del nivel que tenía al inicio del gobierno libertario. Lejos de haber una mejora, lo que se observa es una caída sostenida del poder adquisitivo.
El informe del Indec también revela que los trabajadores no registrados fueron los que más horas sumaron, con un incremento del 3,8% interanual. Los registrados, en cambio, apenas aumentaron un 0,3% la cantidad de horas trabajadas.
El caso más crudo se da en el sector rural, donde el 39% trabaja en negro y apenas el 26% tiene un empleo en blanco. Los datos muestran que los peones informales tuvieron que sumar 51 horas de trabajo adicionales para sostenerse en el segundo trimestre del año.
En la construcción, otro sector golpeado por el ajuste y el parate de la obra pública, los trabajadores no registrados incrementaron sus horas en 30 semanales, en un intento desesperado por mantener sus ingresos. Apenas el 21% del rubro mantiene un empleo formal.
El modelo de ajuste aplicado por Luis Caputo —ministro de facto bajo el ala del Tesoro estadounidense— también impactó de lleno en el entramado empresarial. Entre noviembre de 2023 y julio de 2025, cerraron 18.032 empresas con empleados registrados, lo que equivale a casi 30 por día, según el CEPA.
Los sectores más afectados fueron:
Transporte y almacenamiento: -4.468 empleadores
Comercio y reparación de vehículos: -3.131
Servicios inmobiliarios: -2.829
Servicios profesionales: -1.952
Industria manufacturera: -1.795
Construcción: -1.737
La destrucción de empresas vino acompañada de la pérdida de 253.728 puestos de trabajo, con la construcción como el sector más golpeado (-83.803 empleos), seguido por la administración pública (-75.435) y la industria (-49.738).
Pese a que en algunos informes oficiales se detectó una mayor participación del ingreso laboral dentro del PBI, los especialistas advierten que esto no refleja una mejora. “Es el efecto colateral del colapso productivo”, explicó Ana Rameri, del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas.
“El ingreso se mantiene solo porque el valor agregado se desploma. Hay menos producción, menos inversión y menos empresas. No hay una mejora real para los trabajadores”, agregó la economista.
Mientras sectores intensivos en trabajo, como la industria o el comercio, sufren una fuerte contracción, el crecimiento económico se concentra en sectores de baja densidad laboral como el agro, la minería y las finanzas.
Rameri fue categórica: “Este proceso traslada recursos desde los trabajadores hacia los sectores más concentrados de la economía. La motosierra no recorta privilegios, corta derechos”.
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