

Por: Nora T
Hoy es el turno de éstos nuevos militantes con billetera al estilo super héroes que aparecen en la escena politica y nos preguntamos ¿qué sería de Santiago y Manuel Passaglia, de los hermanos coimeros Milei y de Cecilia Comerio, sin billetera?
Vemos lo que son, los esperamos y finalmente muestran la hilacha sin vueltas.
"Mostrar la hilacha" es una antigua expresión que significa revelar intenciones ocultas, defectos o la verdadera naturaleza de alguien, especialmente negativos y decepcionantes.
Hablamos de esos que responden a un sector político y que son de pocas luces, abundante demagogia y, sobre todo, de doble moral.
Cuando te mostramos las malas terminaciones de las carpetas que Santiago Passaglia presenta en sociedad al inaugurar un patio de juegos o deportivo en la ciudad, deja al descubierto los defectos de todas sus obras; esos defectos para luego romper y volver a hacer gastando el dinero de los vecinos que no tienen retribución del estado municipal. Pero ese dinero viene de partidas del Estado, no de trabajo privado, son las mismas partidas "Del Estado" que hicieron rica a toda la familia Passaglia, y otros .
Cuando vemos éstos hechos en San Nicolás y los vecinos se callan, y los bonaerenses festejan su casi llegada, nos preguntamos si como sociedad estamos en caída libre, y vamos derechito a la decadencia?
Cuando vemos a la hermana del presidente llenarse del dinero que es de otros, y se la guarda impunemente y a plena luz del sol en los bolsillos, hieren y violentan nuestro sentido común; aquel sentido común que muchos creyeron que se terminaba con la motosierra y no son más que mentira y verguenza. Estos militantes con billetera que nunca trabajaron en el ámbito privado, son los que coimean, roban, lavan dinero y se enriquecen de forma ilícita a costa del Estado que rechazan pero les incrementa el patrimonio.
Cuando nos mienten los que debieran ser operadores sociales e intermediarios solidarios para ayudar al otro a que solucione algunas de sus carencias y nos quedamos de brazos cruzados, dejando que se llenen de millones a costa del Estado y del pueblo, qué hacemos y qué decimos?
La derrota que no debemos permitirnos
.¿Tienen las políticas la culpa de los crímenes que en su nombre se cometen?. Tenemos los argentinos la culpa de los crímenes que se comenten en su nombre? Y vaya que se cometen crímenes.
Las mezquindades inesperadas de mediadores sociales y políticos en el proceso de implementación de acercar recursos para los que menos tienen y se los guardan o los dejan arruinarse a la intemperie, hablamos de crímenes pero no hablamos de crímenes que te matan de golpe, sino los que te matan de poco. Esos operadores y proveedores que se quedan con lo que no les pertenece, son los que tramitan la política a su favor.
Estamos frente a los que no dan respuestas
Entonces uno se pregunta: ¿Es factible una política social sin mediaciones humanas; una política que establezca una suerte de vínculo directo entre el Estado y los individuos? Si así fuera, no existirían esa suerte de mediadores sociales, proveedores de medios o cooperativistas que eligen a dedo a quién o entre quiénes reparten para demostrar poder y se quedan con la guita que no supieron conseguir gracias a su esfuerzo..
Todo ésto para decirte que, militantes eran los de antes, no como estos nuevos militantes con billetera.
¿Que sería de Cecilia Comerio sin billetera?
Que sería de los Passaglia sin los recursos del Estado para robar?
Que sería de ésta nefasta casta que naturaliza la coima, como algo del común, mirándonos de reojo y casi que aceptamos que está bien quitarle dinero a los discapacitados y a los jubilados para que Karina, el presidente y otros ministros se lleven miles de dólares por mes para tener una vejez sin problemas.
No se puede fingir siempre ni para siempre. Y como pasó antes no hay por qué creer que hoy o mañana, no seguirán pululando entre nosotros los que muestran la hilacha. En los lugares de trabajo, entre amigos, en la familia, en los conocidos, en los barrios, en el municipio, porque siempre hay uno (o una), que tarde o temprano muestra la hilacha; con su secuela de rupturas, decepciones o daños materiales.
No nos permitamos semejante derrota, porque ya es tiempo de no dudar.
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