Barone, ¿el empresario mimado del poder que quiere demoler la historia del Doce de Octubre?

El club Doce de Octubre, emblema del deporte nicoleño, está bajo amenaza.

Los amigos del poder quieren imponer como presidente a Matías Barone, un empresario con más sombras que méritos, que intenta disfrazarse de referente de la Pelota a Paleta cuando, en realidad, lo más cerca que estuvo de una cancha fue como espectador ocasional en los años dorados del club, detrás del traje y la sonrisa impostada, enfatizan algunos conocidos,

Barone acumula denuncias por incumplimientos de pago a sus propios trabajadores, estafas reiteradas en los servicios que brinda, y una dependencia total del poder político municipal, que se ha convertido en su único cliente. Sin la protección oficial, su andamiaje económico se desplomaría. Padres indignados por cobros indebidos habrían detectado su presencia en el club junto a la ex interventora Julia Agotegaray, quien poco antes de abandonar su cargo firmó alquileres exprés para diversas disciplinas, dejando la sede en un estado de irregularidad total. Barone ya había avanzado en la contratación de personal para demoler la histórica sede de calle Mitre, como si su desembarco fuera un hecho consumado.  Esto ya te lo habíamos antiicipado, desde la redacción. Tirar abajo la sede es orden del poder político.  Todos saben que detrás existe unm negocio inmobiliario fenomenal, pero a tantos les han prometido departamentos que ya no quedarían plazas para vender, aseguran los conocedores tasadores de la ciudad. 

El plan de este empresario no termina ahí: quería arrasar con la histórica cancha de Pelota a Paleta para montar megaeventos junto a la firma "Descubrí San Nicolás", utilizando maquinaria municipal como si fuera propia. Un verdadero negociado con sello oficial. Barone no camina solo: desde hace años mantiene vínculos directos con Ismael, uno de los operadores más conocidos del entramado local, con quien ha compartido jugosos contratos relacionados al servicio de internet por aire y otros insumos pagados con fondos públicos. El monitoreo municipal habría sido, durante mucho tiempo, su caja chica. Pero los tiempos cambiaron.

La actual intervención del club ha puesto un freno seco a estas maniobras. La única decisión concreta que se ha tomado es ratificar la continuidad del referente histórico Marcelo Acuña al frente del fútbol, mientras se envían cartas documento a Agotegaray para que cese toda actividad deportiva en una sede que, hoy por hoy, está inhabilitada.

Matías Barone, aseguran,  intentó desembarcar como salvador del club, pero lo único que trajo consigo fue la amenaza de negocios turbios, destrucción patrimonial y una ambición desmedida que hoy encuentra resistencia.