lunes 14 de julio de 2025 - Edición Nº2413

Columnistas | 8 jun 2025

Gilles. Rizoma

Argentina: Cómo funcionaría si bajamos al llano

Hace mucho tiempo y siguen los que pactan con los Rivadavia de la vida


Por: Belén Mozzicafredo

¿Cómo no iban a ser relativos los movimientos de desterritorialización y los procesos de reterritorialización, a estar en constante conexión, incluidos unos en otros?

Gilles Deleuze. Rizoma. Mil Mesetas.

 

Hace tiempo ya les conté que Deleuze me salvó la vida, me la salvó en mil formas, pero principalmente en eso de que el “deseo” es lo más difícil de encontrar. ¡Ay cómo nos mintieron con lo de desear es fácil, lo difícil es conseguirlo! No, lector, lectora, en este mundo, más que nunca, lo difícil es encontrar nuestro deseo autentico, no impostado, no comprado en el mercado de profesiones, en el estante de habitus, en el placard de géneros, en los cajones de ocupaciones. Qué queremos ser, qué deseamos ser, mírennos como país, si hace desde la sublevación de los siete jefes, allá en Cayastá, que queremos ser algo, que deseamos ser y no nos sale. O nos sale como cuando tuvimos la suerte de encontrarnos un San Martín, o un Belgrano, pero aún en pañales supimos que el mundo está lleno de Rivadavias, que solo piensan en el sillón, en sentarse en el sillón,  contrario a mi querido Gilles, plantarse en él.

El rizoma es distinto lector, lectora, y no voy a hablarles hoy de qué es, sino para qué nos serviría. El pasto, no se sabe dónde empieza, no se ve dónde termina, no se puede cortar, siempre se expande por otro lado, no se puede matar, siempre deja una guía de subsistencia, de territorialización. Un poco con esta práctica  Deleuze me salvó la vida, en un tiempo en que creía que mi deseo era ser ingeniera en genética y madre de tres, o de cuatro, y me debatí destruyendo mi cuerpo con ese deseo, hasta que me di cuenta que no era mío. Pasados los 50 a muchos se nos devela de qué va nuestra vida, miramos para atrás vemos que algo hicimos, ni poco, ni  mucho, algo, con lo que nos tocó en suerte, al menos no fuimos arbóreos, no nos quedamos clavados en un solo lugar, tratamos de crecer, por nosotros y por el resto de los que tenemos alrededor, como San Martín, aunque haya tenido que desterritorializarse bajo pena de muerte por traición, y haya vivido con su cabeza siempre en su país bebe, en Obligado, y con Rosas, y pensando un ser nacional más allá de su casita de Boulogne Sur Mer. Habrá deseado San Martín ser el padre de la Patria, el héroe máximo de nuestra historia, o más bien en el llano no le quedó otro destino.

El libertarismo actual es un árbol, aún, si dejamos que crezca en las legislativas será rizoma, será como la hierba mala invadiendo nuestros campos, comiéndonos los nutrientes que necesitamos como sociedad para satisfacer la gula del mercado, ahogando toda pizca de argentinidad, de criollismo, de amor a la patria, de honor.  Lector, lectora, seguramente me preguntará que hará el peronismo ante esta aventura. Justo el peronismo, que como San Martín, Belgrano y Rosas, es lo más rizomático que existe en política, ¡El peronismo ay si sabe del hacha que mata el árbol aunque sea de su especie!, siempre estuvo en el llano, como pastito verde, suave, del que protege la tierra de las heladas y los calores. Desde abajo es más fácil entender todo, y crecer, aunque te pisen, aunque te jueguen un partido de 90 minutos más el suplementario, aunque tengas encima un pogo de descerebrados saltando con bronca. Ese pastito siempre encuentra cómo.

Brota ahora con Cristina cuando decide volver a sentarse en una cámara de diputados provincial porque “no existe puesto menor”, brota aunque la critiquen porque se presente en la tercera, alegando que eligió distrito ganador. Quien lo dice aún no se dio cuenta que en Argentina gobierna el libertarismo desde hace un año y medio, que lo votó la gente, esa misma gente que antes votaba peronismo, socialismo, radicalismo, que antes votaba COMUNIDAD ORGANIZADA. Ya no hay distrito ganador lector, lectora.

Brota cuando salimos a gritar “Ni una Menos”, brota cuando nos unimos con las y los trabajadores, las y los médicos del Garrahan, las y los jubilados, y las y los docentes. Brota cuando algún Juan se transforma en bomba de cañón. Brota cuando volvemos a ser pueblo despojado de esa civilidad de ciudadano. Brota cuando volvemos a ser trabajadores y no cuentapropistas emprendedores individuales.

También brota, cuando en una pequeña ciudad dos pibes se lanzan a conquistar, a lo Juan de Garay bajando aguas profundas, recorriendo canales de televisión carísimos y llevándose a la mayoría de periodistas nicoleños con ellos también. Y me pregunto si tendremos la suerte de tener como aquel 1 de junio de 1580, siete mestizas o mestizos criollos que estén dispuestos a perder la cabeza en una plaza. Siete son los que necesitamos para hacerle frente en el Honorable Consejo Deliberante, para poder preguntar y tener respuesta de por qué a la SAPEM no le da un peso de ganancia teniendo los cuatro jinetes del apocalipsis a sus órdenes, el estadio, el autódromo, el teatro y el ENTRE. Digo siete porque ya hay tres bien sentados, aunque alguno no nos quiera, aunque alguno nos vea como poca cosa… cositas minúsculas sin valor, puestos, según ellos, por una mujer que tampoco respetan, pero que en los últimos meses han presentado más proyectos que en años, más pedido de informes rechazados al fin, que algo es algo, descubrir el artículo 65 del reglamento al menos, para que ya no puedan hipócritamente cajonear los pedidos al ejecutivo en comisión. Tres mancebos que quedarán solos ante un Juan de Garay que parece invencible, mirando para el sur, yéndose en su barco a conquistar la segunda y más allá. Necesitamos siete más. Los siete de Cayastá, la primera Santa Fe, quizás para dejar de lado tanto unitarismo y ser federales en serio. Si tuviéramos esos siete valientes… Si fuéramos diez en el H.C.D. Si evitáramos además perder la provincia, y con ella al Congreso Nacional que ya están llamando El Moulin Rouge del país. Si pudiéramos dejar de desear como árbol y bajarnos al llano, como rizoma, como simple pasto, que crece Y crece Y crece Y crece… bien abajo, desde abajo, quizás tejer la red de la comunidad que deseamos impenetrable. Quizás encontremos la línea de fuga a tanta locura que nos quieren hacer desear comprándonos con dólares baratos, como dice Gilles, un rizoma que no empieza ni acaba, que siempre está en el medio, entre las cosas, inter-ser, intermezzo.

Hace mucho tiempo, muchísimo tiempo, fui de la mano de mi padre a alquilar una casita por avenida Falcón, lo escuché hablar de para qué servía un sindicato. No me explicó qué era, me explicó para qué hacerlo. Y así en el acta N° 1 consta que “el Contador Raúl Juan Mozzicafredo propone el nombre de APSSA, Asociación Personal Superior Siderúrgica Argentina, para el sindicato”. Después por $1 de ese momento miles fueron rizoma y dejaron de ser árbol. Gracias Papa por enseñarme “para qué” tantas cosas. Gracias por ese momento en que siendo tan pequeña me hiciste ser parte de ese rizoma que todavía crece en mí. Sobre todo, gracias por no sentarte en el sillón, como se sentaron otros, muchos, que hoy nos critican, que pactan con los Rivadavia de la vida, que entran en la trenza, que desean poder,  gracias por seguir siendo pasto, para mí, para los tuyos, y mostrarme donde crecer.

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